Antes del estreno de Hamlet, el joven protagonista de la obra decide que se irá a filmar una película a Namibia, por lo que propone dejar en su lugar a un reemplazoide. El único que lo sabe es el director, ¿se darán cuenta sus compañeros? ¿o el público?
¿Cómo se dio el acercamiento para que entraran a este proyecto?
Diana: Flavio me llamó hace tiempo, me mandó el texto y la verdad es que me atrapó desde la primera escena.
Elena: Un actor que había trabajado anteriormente conmigo y con Flavio González Mello (el director), le pasó mi contacto a Flavio. Esto fue antes de la pandemia; ya en pandemia, Flavio me pidió que le compartiera algunos trabajos anteriores que había hecho. Y me quedé.
Roberto: Un amigo, David Calderón, era el actor que inicialmente iba a hacer el personaje de Paquito, pero le salió una película y se complicaba con los ensayos, así que me recomendó; además justo Flavio me acababa de ver en Indecente. Me escribió para decirme si quería audicionar y pues aquí estamos cuatro meses después.
¿Conocían bien el trabajo de González Mello? ¿Cómo fue su proceso con él?
Diana: Claro, conocía sus obras y hace mucho estuve en una obra que él escribió, dirigida por Mario Espinosa: Edip en Colofón.
Para mí fue muy emocionante encontrarme con un director de la trayectoria de Flavio que se está haciendo preguntas tan vigentes y complejas como las que platea su texto. Trasladar el dilema del ‘Ser’ planteado en Hamlet, a los dilemas éticos y existenciales que atraviesa el mundo actual con la llegada de la Inteligencia Artificial, y preguntarlo desde el corazón del teatro y de la actuación, me parece brillante.
Roberto: Lo conocía porque en la escuela escuché su nombre varias veces, y también una de mis obras favoritas -qué justo pude ver mientras estudiaba actuación- fue Temporal, creo la vi como tres veces. Flavio era el director de esa obra.
La verdad es que disfruté mucho el proceso con él, siempre fue muy empático y paciente conmigo. Me apoyó durante mis procesos y jamás me sentí presionado para llegar a algún resultado exacto. Confió en mí y eso se lo agradezco. Además, pude ver cómo trató con mucho respeto a mis compañeros y es justo el tipo de procesos en los que me gusta participar.
Roberto, considero que interpretas a tres personajes en escena: Paco el actor egocéntrico, Hamlet el personaje de Shakespeare, y al reemplazoide, ¿tú lo sientes así? Y, ¿Cómo marcaste las diferencias entre cada uno?
Nunca he sido muy bueno para lo físico en la actuación, pero en esta obra intenté confiar más en mí y arriesgarme. También uso un tono de voz más agudo para Paquito, algo más desfachatado en el hablar para Paco, y Hamlet es más cercano a mi forma de hablar.
El personaje de Hamlet es posiblemente el más desafiante del mundo del teatro y, por lo tanto, uno de los más atractivos, ¿cuál fue tu mayor temor, y cuál fue el reto, de interpretarlo?
Roberto: Hamlet es un personaje que amo y una obra que quisiera hacer. Aquí tuve oportunidad de explorarlo desde otro lado, ya que no soy yo interpretando a Hamlet, sino la versión de Paco y Ricardo de Hamlet. Siento que eso relaja un poco todo, porque lo puedes abordar desde un lugar mucho más lúdico.
Para hacer esos pedazos de las escenas, en un par de ocasiones ensayamos la escena completa y honestamente esos ensayos fueron bellísimos. Vi a Elena del Río hacer la escena completa como Ofelia, con el monólogo, y bueno, ¡me conmovió profundamente!, me hizo llorar de lo bonito que fue. También ensayar la escena con Dobrina y encontrar el amor que tiene Gertrudis por Hamlet. Creo que más que temor, siempre vi las escenas de Hamlet como un lugar en el que me sentía feliz.
Tu interpretación del robot se siente muy genuina, ¿estudiaste o reviste algunas películas o interpretaciones como inspiración?
Roberto: ¡Muchas! vi series, películas, videojuegos. Creo que la serie de Raised by Wolves que estaba en HBO y un juego que se llama Detroit: Become Human fueron los que más me inspiraron; además de los clásicos como Inteligencia Artificial, El hombre bicentenario, etc.
También intentaba imitar a mi Google Assistant. Incluso tuve un par de conversaciones con ChatGPT acerca de la obra y me contó qué haría él (¿?) si tuviera que hacerse pasar por una persona, la verdad es que me dio buenos tips.
Además estudié el comportamiento de mi perro, porque la verdad le copié varias cosas; creo que los animales son nobles por naturaleza y pienso que un robot sería igual. También tuve muchas exploraciones con Flavio en las que probamos cosas distintas para irme acercando al resultado deseado. Desde hacerlo como niño, a completamente robótico e ir viendo qué funcionaba, y qué rescatábamos de cada exploración.
¡Qué bueno saber que sí se siente genuino!, eso sí me daba mucho miedo.
¿Cómo fue para ti, Diana? ¿Te inspiró alguna película?
Diana: Me dijeron de Minority Report ya muy al final de los ensayos, la verdad es que yo veo pocas películas cuando voy a abordar a un personaje, me sirven más otras referencias. Vi una serie: West World, que me sirvió más para entrar al tema, que para inspirarme concretamente.
Diana, ¿Cómo fue tu trabajo con Carlos y Roberto sobre el escenario? Especialmente en la escena que el robot cuelga de unos hilos…
Diana: Son escenas muy difíciles porque son donde se arroja información para entender la obra. Lo complejo y retador fue encontrarle juego a esa información, pasamos por muchas cosas hasta que un día Flavio me propuso lo de no usar una computadora con monitor e imaginar que Roel tiene algo, algún elemento que la sumerge a la programación del Reemplazoide; un juego en el espacio y ahí empezó a surgir el movimiento.
Después en la escena que él está colgado estábamos explorando ese juego y yo acababa de terminar el texto de Kleist, entonces empezamos a jugar con la idea de Roel como la que mueve los hilos y Paco como una marioneta. Para el momento final de esa escena se fusionaron estos dos principios dando el resultado, es uno de los momentos que yo más disfruto, siento que mi movimiento llena de vida al Remplazoide creando la ilusión de que tiene conciencia; es como jugar a ser Dios por un segundo y me emociona mucho ver lo que le sucede a Beck en ese momento, en esa escena también se plantea una alianza entre el personaje de Carlos y el mío. Flavio nos decía: “Son los papás viendo el monitor del ultrasonido, son dos mentes creando algo nuevo y emocionante”.
En tu caso, Elena, además de interpretar a Paulina das vida a Ofelia, ¿estudiaste o reviste algunos trabajos como inspiración?
Elena: Me basé, sobre todo, en la intuición a partir de las notas que me fueron dadas, en un ensayo que tuvimos pasando únicamente esas escenas y además vi un par de películas. La que más me funcionó para mi proceso fue Ophelia, de Claire MaCarthy y protagonizada por Daisy Ridley.
¿Cómo marcaste las diferencias entre Paulina y Ofelia?
Elena: La verdad me costó mucho trabajo marcar la diferencia, pero porque mi energía se parece un poco más a la de Ofelia; a la que me costó más llegar fue a la de Paulina, pero Flavio me ayudó mucho para encontrarla.
Al inicio de la obra la sugerencia del reemplazoide parecería ideal: que un actor pueda estar en dos proyectos al mismo tiempo o pueda ir a la boda de su mejor amigo(a), ¿alguna vez han querido tener un reemplazoide?
Yo todavía creo que la experiencia de un cuerpo, frente a la tarea que sea, es indispensable, el teatro también es la gran metáfora de eso: necesitamos un cuerpo que se equivoque, que se desvíe, que no quiera hacerlo bien, ni ser perfecto, saber que no podemos tenerlo todo, que decidir es renunciar y que eso fortalece nuestro criterio. Esto es algo que el personaje de Paco Ramos expresa muy bien, ¿Por qué si se puede tener a un Remplazoide para la obra, no puedo ir a filmar mi película? Y aquí me asalta un pensamiento: El teatro no puede ser algo que una hace en lo que le sale una serie o una película. Como ven, la reflexión que abre Flavio con esta obra nos da para mucho.
Roberto: ¡Yo sería feliz con un reemplazoide!, aunque casi nunca lo usaría para actuar, creo que lo más probable es que lo mandaría a todo lo demás. A él lo mandaría a la boda para yo poder quedarme a actuar (risas).
La verdad cuando estoy en escena es cuando soy más feliz, me siento parte de algo, de un equipo, como que encuentro mi lugar en el mundo por un ratito.
Esta obra plantea cuestionamientos fantásticos; sobre la inteligencia artificial y sobre la naturaleza de los actores, ¿qué dudas, o certezas, despertó en ustedes?
Diana: Es un acto de amor al teatro y a los actores, pero también nos hace cuestionarnos: ¿Qué somos? ¿Qué nos lleva a actuar de tal manera?
El último acto es un reto, la última escena en particular, sin spoilers, es probablemente de las escenas más difíciles que he interpretado; es un salto cuántico desde muchos ángulos, un momento que de verdad es distinto cada vez desde una fibra muy íntima, no desde la evidencia. La última frase de la obra a mí me deja girando: “Reemplazoides o Humanos que siguen algoritmos ¿Cuál es la diferencia?”.
Elena: Me cuesta mucho entender que un robot o una inteligencia artificial pueda sentir y pueda tener la misma interacción que un ser humano. La verdadera pregunta que me generó fue: ¿qué tan programados estamos los humanos a comportarnos cómo nos compartamos?, ¿cuáles decisiones tomamos porque así se estableció y en dónde o en qué radica la libertad de pensamiento?
El último acto de la obra plantea el inmenso valor del teatro, y de los actores, ¿qué les deja a ustedes?
Elena: Me da mucho que agradecer. Volví a reconocer lo extraño y único que es mi trabajo, y la capacidad de poder tener conciencia de lo que generamos en otros.
Roberto: Yo siempre abordo la última escena desde lo que yo creo que vale la pena defender dentro del teatro. La verdad no sé si podría decir que me deja algo; esa respuesta aún no la tengo, sólo la pregunta. Honestamente siempre tengo dudas respecto al valor del teatro, de la actuación, e incluso de mí como individuo. La única certeza que tengo es que el hecho de que nos juntemos tantas personas para contar una historia es un acto muy bello y hay que valorarlo.
Y finalmente, ¿Por qué les gustaría que el público vaya ver Inteligencia Actoral?
Diana: Creo que es una obra muy comprometida con su tiempo; es difícil encontrar una obra que abra estos temas con un gran sentido del humor, pero sin frivolizar en el impacto que tiene. Es una carta abierta de amor al teatro y a los actores, es un tremendo ejercicio de reflexión de nuestras prácticas dentro del teatro y de cómo nos relacionamos. Es una obra que abre todo esto de manera divertida y con un cierre que no los dejará indiferentes.
Elena: ¡Porque se van a divertir! Y quizá les dará algo en qué pensar y platicar para la cena de después.
Inteligencia Actoral, Teatro Helénico (Revolución 1500, CDMX). Jueves y viernes 20:00 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas.