La primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza nos habla del ballet que protagonizará en Bellas Artes: Don Quijote
Don Quijote de la Mancha ha pasado a la historia como un eterno idealista que soñaba con ser un caballero andante, ayudar a los desfavorecidos, y lograr el amor de la supuesta Dulcinea del Toboso, en realidad una campesina llamada Aldonza Lorenzo.
Como pieza de Ballet, con música compuesta por Ludwig Minkus y basada en parte de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, tiene un argumento que se centra en los amores entre Kitri (hija del tabernero) y el barbero Basilio, y, por supuesto, en Don Quijote y Sancho Panza, cuyos personajes viven una serie de aventuras en torno a la joven pareja.
Este ballet regresará a la Ciudad de México, al emblemático Palacio de Bellas Artes los días sábado 5 y 12, el domingo 6 y 13, martes 8 y jueves 10 de marzo, por lo que entrevistamos a la primera bailarina: Ana Elisa Mena, quien dará vida a Kitri.
¿Cuál era tu relación con El Quijote antes de ser bailarina? ¿Cuándo lo leíste? ¿Qué recordabas de esta obra?
Lo leí cuando estaba en primaria. Mi mamá, además de libros de texto, me ponía a leer libros como ese. Como ella es maestra de ballet, me dijo que pusiera especial atención en el capítulo 19, que es en el que se basa este ballet. Desde que lo leí me imaginaba todo en la cabeza y cuando ya lo vi en vivo por primera vez se guardó un recuerdo de Don Quijote en ballet.
¿Por qué consideras que El Quijote sigue trascendiendo el paso del tiempo?
Por lo humano del tema, y de la obra, que este hombre o cualquier hombre, quiera seguir sus ideales; eso es algo que seguirá pasando, sin importar la época y lugar.
¿Qué es lo que más te gusta y qué lo más complejo de este ballet?
Lo que más me gusta es que es una obra donde no hay un drama tan fuerte. Siento que tengo mucho de Kitri en el libro, y don Quijote se imagina a Dulcinea en ella. Mi relación con Basilio, el barbero del pueblo, es divertida, hay unos que otros celos, una boda. Me gusta que es una obra muy llevadera.
Lo más complejo puede ser parte de la técnica, y la resistencia. Es un ballet de energía muy alta y por tanto te cansa; pero es muy lindo, también la música, y sin duda es un clásico.
¿Crees que, como el Quijote, todos idealizamos a quien nos gusta?
Yo creo que sí, siempre, aunque no queramos, es parte de ser humanos.
Una vez que conocemos mejor a nuestra pareja, ¿cuál es el secreto para seguir juntos, como tú y Roberto (su esposo)?
Está difícil… cada quien tendrá sus secretos, pero para mí siento que admirar a tu pareja es muy importante, además de la paciencia, el amor y la pasión: Roberto y yo compartimos muchas pasiones similares, y que van por los mismos caminos. Siento que eso nos ha ayudado mucho.
¿Qué pilares dirías que necesita tener, y mantener, una bailarina hoy en día?
Siempre disciplina, el trabajar duro para llegar hasta donde quieres y luego mantenerte, porque como dicen ‘lo difícil no es llegar, sino mantenerse’.
Esta es una carrera corta en la que va pasando el tiempo y con ese tiempo el cuerpo va cediendo menos, creciendo; pero al mismo tiempo, va creciendo tu madurez escénica. Se trata de encontrar ese equilibrio y de seguir trabajando tu cuerpo para que pueda seguir bailando técnicamente bien -ese es un pilar muy importante para mantener día con día-, y además mantener la pasión por lo que hacemos, porque es una carrera de muchos sacrificios. Pero si tú la disfrutas, el público la disfruta.
¿Cómo ha cambiado tu vida como bailarina luego de ser madre?
Claro que mi vida cambió, pero para mejor, si ya de por sí la carrera de un bailarín es cansada, pues ahora solo le agregamos más cansancio… Pero me ha venido muy bien, le ha dado otro sentido a mi vida, y también a mi baile.
No sé si sea algo personal, pero las emociones se exponencian mucho: ahora mi felicidad es más grande, mi tristeza es más triste, mi preocupación, y prioridades, son otras; eso hace que disfrute el baile de manera diferente, que sea más intenso.
Siento que los sentimientos se han hecho más fuertes y eso es algo que puedo compartir con mis personajes.
Sueles compartir imágenes de ti, Roberto y David, su hijo, ¿cómo ha sido para él crecer con dos bailarines? ¿Baila todo el día? ¿Crees que siga sus pasos como tú seguiste los de tu madre?
El que Roberto y yo trabajemos juntos nos ha ayudado porque hemos sabido cómo separar los tiempos para que cada uno descanse, o dividirnos en el trabajo, porque cuando llevábamos a David de bebé, nos lo pasábamos entre brazos para poder ensayar, o nuestros compañeros nos ayudaban a cuidarlo. David creció ahí porque yo volví a los dos meses de haber dado a luz, así que el chiquito ahí andaba; luego vino la pandemia y fue otra historia, pero que también disfruté mucho.
Al crecer con dos bailarines, David piensa que todo mundo baila, y cuando cumplió un año, con más conciencia, como había visto que nosotros bailábamos en la casa todo el tiempo, y como además mi mamá es maestra y tiene el salón de ballet, y por nuestros amigos -que también son bailarines-, pues más cree que todo mundo baila.
Él apenas escucha música y ya está bailando, pero solito, no es que nosotros lo pongamos a bailar; de que le gusta, le gusta, y claramente lo trae. Tiene muchísimo talento, y coordinación, pero si quiere dedicarse a bailar va a haber mucha familia que le exija (risas), ya veremos.
¿Cómo sientes que has cambiado como bailarina, y como mujer, con el paso de los años y la experiencia?
Sin duda para mejor, la conciencia como bailarina va cambiando, entre más pisas el escenario más madurez escénica agarras; al igual que conocimiento del cuerpo. Al pisar el escenario adquieres otro peso; no pisa igual la Ana Elisa joven de 21, 22 años que la de ahora de 31, es totalmente diferente y también lo disfrutas diferente. Tomas más conciencia, y mucha más madurez escénica.
¿Qué le aconsejarías a una niña de un lugar como Saltillo, que, como tú, sueña con ser bailarina?
Que trabaje por sus sueños y que crea que lo puede lograr. Yo fui una niña que estudió sola, con mi mamá, y desde chica no tuve compañeras, me eché toda la escuela de ballet sola. No sabía qué tenía que hacer para ser parte de una compañía o para protagonizar los ballets que soñaba; pero trabajé por ello y se logró.
Trabajar por los sueños sí da resultado, yo soy un ejemplo, y la vida te va poniendo por donde tienes que ir para cumplirlos. Así que, ¡a perseguir los sueños!, aunque se oiga cursi.
Don Quijote se presenta en el Palacio de Bellas Artes, Av Juarez S/N, Centro Histórico. Boletos en taquilla del palacio y en Ticketmaster