Es el inframundo – según la mitología griega-, profundo abismo de sufrimiento y prisión; lugar donde las almas eran juzgadas después de la muerte, donde se castigaba a los malvados e infames. En un territorio desértico El Tártaro está a punto de parir, en su vientre se gesta el dolor, nace el abandono, el futuro para este nuevo ser es incierto, su destino quizá será repetir esquemas, vivir lo mismo que su padre. El sol es un inmenso gusano…, La sangre es negra….
En este desolado sitio la Pick Up 4×4 ruge su motor, se forma una gran nube de polvo; levantaron a su hermana, la camioneta arranca y se aleja… ¡Agueda…!!! El sol es una herida que no acaba de doler… Joaquín engancha a los jóvenes al mundo del narcotráfico; una vez dentro, no hay salida, La sombra cubre todo. El sol es silencio que apaga las palabras…. Jugar fútbol o cantar corridos es un paliativo que alivia el dolor de estar vivo.
La dirección es de David Psalmon, de origen francés y radicado en México, conoce, entiende y conecta con la ideología de los mexicanos; dirige este unipersonal sensible al contexto que vive el país. Psalmon adhiere apropiadamente los elementos que conforman la puesta en escena. Utiliza con acierto el recurso de la multimedia, un dispositivo idóneo que complementa la estética de la obra, sin duda consigue y logra un buen resultado.
La actuación es de Bernardo Gamboa. Aprenderse este personaje no es nada fácil, Bernardo no estudió un papel, memorizó un texto extenso y poderoso, todo un desafío. Su trabajo es impecable, viste al personaje, crea, matiza…muta, lo transforma. Se entrega, deja todo sobre el escenario como hacía mucho tiempo no veíamos a un histrión hacerlo sobre las tablas.
Tártaro es teatro que abre los sentidos, visualmente atractivo, es ficción y dolorosamente real. El personaje es un joven que gesta un niño en su vientre, parirlo duele diametralmente igual que estar vivo en este país. El sol que seca esta tierra, es un sol que vuela su imaginación y nos transporta junto con él a un territorio donde los jóvenes son víctimas de La sombra, quien podría ser El chapo Guzmán, Rafael Caro Quintero, El Mayo Zambada o cualquier otro, da igual. La función es presencial para subvertir al espectador, así es como el teatro marcha, funciona y provoca.