La Novena Sinfonía de Beethoven significa algo diferente para cada persona; para Raúl Tamez, bailarín y coreógrafo, es una oda a la complejidad del existir, un refugio de la injusticia y el dominio.
El también director artístico de Novena Sinfonía. Danza contemporánea se inspiró en la última sinfonía completa que escribió el músico alemán para crear una obra coreográfica que va más allá de la estructura y la función, una pieza que busca ser un acto de resistencia poético; un tributo a quienes perdieron la vida por su raza, género, preferencia sexual, religión o ideología política.
Aquí, lo que nos compartió el coreógrafo del espectáculo que se presentará el viernes 11 y domingo 13 de diciembre en el Teatro de las Artes.
Raúl, ¿Cuál era tu relación o acercamiento con Beethoven?
La primera vez que escuché «La Novena Sinfonía” de Beethoven tenía 8 años de edad. Sus ecos resonaron en mis oídos, a veces tenía sueños vívidos con las líneas melódicas o las voces que parecían cobrar vida en mis oídos. Pensé entonces que llegaría el momento de trabajar con una pieza que se había quedado sellada en mi cuerpo. Esperé al momento oportuno; el momento orgánico no siempre es el momento que reclama tu contexto.
¿Cómo surgió la idea de crear un espectáculo coreográfico a partir de La Novena?
Resistencia es una palabra que se repite mucho en este momento. ¿Cómo ir más allá del dominio mediático? ¿Cómo encontrar la calma en medio de lo que acontece? Es curioso que la esperanza sea nuestra última carta en momentos como éste; mucho se nos ha arrebatado.
No sabemos hasta qué punto nos posee un sistema que nosotros hemos empoderado o vuelto recursivo. ¿Cuándo las víctimas se vuelven verdugos o cuándo los verdugos revelan que para convertirse en eso que son, tuvieron que jugar el rol de víctima?
¿Cómo fue montar este trabajo en tiempos de pandemia?
Fue muy complicado. Estuvimos a punto de posponer el estreno, pero yo estaba convencido de la necesidad de llevarlo a cabo a toda costa.
Los aplausos de pie prolongados hasta por 4 minutos, las localidades agotadas, así como las lágrimas en la audiencia después de varias funciones dadas, me demuestran que no me equivoqué. Tuvimos que buscar espacios de ensayo y rentarlos fuera de nuestro presupuesto; ensayar sin la seguridad de poder estrenar, y confiar en que todos nos cuidaríamos, son 20 bailarines.
¿Cómo fue presentarlo por primera vez?
Hace mucho que no había visto que el público reaccionara de la manera en la que reaccionó en el Teatro de la Ciudad. No esperaba nada y obtuve todo. Fue un verdadero acto de pisicomagia.
¿Tuviste algunas referencias de otros espectáculos con esta música?
Observé la transposición que hizo Maurice Béjart; no obstante, pensé que estaba bien lograda desde la composición y la extraordinaria ejecución de sus bailarines, de su genio coreográfico en torno a la estructura.
Pienso que mi interpretación de «La Novena» va más allá de la estructura y la función. Es en realidad una oda a la complejidad del existir, es un refugio de la injusticia y el dominio. Es ir más allá de las fronteras a partir de la poesía; ahí el enorme valor de la metáfora.
El último movimiento de la Novena: el “Himno a la Alegría”, ha tenido mucho simbolismo a lo largo de la historia. ¿Qué significa para ti y cómo lo reflejaste en la última parte de la coreografía?
El cuarto movimiento es la punta del iceberg. No obstante, su reflejo es lo misterioso del pulso de nuestros órganos, el extraño reloj universal de nuestra respiración. No es una oda a la alegría solo por lo valioso de vivir: es un canto de esperanza a partir de lo agónico, del dolor que parece parte de la condición humana.
¿Qué aprendizajes te has llevado en este año tan particular? A nivel personal y profesional
Aprendí a luchar aún más. Aprendí que hay que trabajar con más ahínco. A ser más necio, más insistente. A ejercer el amor a través de la danza. A ser menos hipócrita.
A 250 años de su nacimiento, ¿Por qué consideras que la obra de Beethoven seguirá trascendiendo en el tiempo?
Por su antonomasia, porque su genialidad va más allá de lo que podamos comprender. Porque el uso de su música va más allá de lo occidental y del pensamiento judeo-cristiano.
Para quienes no han visto este trabajo, ¿por qué les recomiendas Novena Sinfonía, danza contemporánea?
Esta obra es un homenaje a los seres humanos que han perecido por razones injustas. Es un tributo a quienes perdieron la vida por su raza, género, preferencia sexual, religión, o ideología política. Es un acto poético de justicia para quienes ya no pueden ejercer su voluntad. Es el grito de impotencia de los secuestrados, los torturados, los presos políticos, los desaparecidos, los encerrados, los desahuciados, los excluidos, los que mueren de hambre; o los que luchan contra la enfermad crónica física, o mental.
“La granja” es un campo de concentración que es custodiado por cuatro verdugos. Este lugar mantiene en cautiverio a seres humanos cuyo comportamiento se parece cada vez más al de un animal. Una de las víctimas detonará un cambio inesperado.
¿En qué momento las víctimas, si tienen oportunidad, pueden convertirse en verdugos? ¿Acaso los verdugos no fueron víctimas también? ¿Quién ha ordenado todo esto y con qué fines? Y a pesar de todo: el misterio de la esperanza viva en los lugares más vulnerables. Veinte miserables contemporáneos encontrarán razones para seguir luchando. Coros corporales se unirán en un latir constante que traspasará muros y prohibiciones.
En el marco del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, la obra sinfónica más prominente de la historia -y abordada aquí desde el cuerpo-, es un impulso emotivo de resistencia. La alegría propuesta por Schiller es una oda a la esperanza, a la libertad y a la unión, en medio de la crisis por la que atravesamos en la actualidad.
¿Dónde verla?
Novena Sinfonía, danza contemporánea se presentará el viernes 11 y domingo 13 de diciembre en el Teatro de las Artes. El boleto tiene un costo de $120 pesos y están disponibles a través de sistema Ticketmaster y en la taquilla del CENART.
Con el objetivo de garantizar un regreso seguro y ordenado a las actividades artísticas y culturales en el Centro Nacional de las Artes, sólo se ocupará el 30 por ciento del aforo de los espacios escénicos, además de implementar las diversas medidas sanitarias, como sana distancia, uso de cubrebocas, filtros para tomar la temperatura, ofrecer gel desinfectante a los visitantes; y programas de mano digitales.