“Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire(…)
Al fin se encendió la señal verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no todos habían arrancado. El primero de la fila en medio está parado, tendrá un problema mecánico, se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le agarrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería en el sistema hidráulico, un bloque de frenos, un fallo en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente se haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está formando en las aceras ve al conductor inmovilizado braceando tras el parabrisas mientras los de los coches de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar el automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean impacientemente los cristales cerrados. El hombre que está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado, hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos, así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin, logre abrir una puerta. Estoy ciego”. Obscuro.
Este es el inicio de Ensayo sobre la Ceguera, novela del Premio Nobel de Literatura José Saramago que adaptada por Simon Stephens (ganador del Olivier y el Tony) empieza a narrarse sobre el escenario de Blindness.
Más que una obra de teatro tradicional, la producción que estrenara el año pasado en el Donmar Warehouse de Londres resulta una experiencia sensorial, en donde el espectador debe sentarse en una silla distanciada, colocarse audífonos y solo dejarse llevar.
En México, la producción que se presenta actualmente en el Teatro Insurgentes es producida por Tina Galindo y Claudio Carrera en sociedad con Marina de Tavira, Diego Luna y Luis Gerardo Méndez y tiene el gran distintivo de contar precisamente con la voz de Marina; únicamente su voz, pues éste es un montaje sin actores.
Pero aun sin estar presente, la actriz nominada al Oscar dota de genuina emoción cada parte de este relato que va llevando al espectador a imaginar la angustia y estrés de los personajes de Saramago, y es que la ceguera del personaje principal se va extendiendo hasta convertirse en epidemia, por lo que las personas infectadas son puestas en cuarentena en un hospital abandonado en el que la civilidad rápidamente desaparece para dar paso al caos.
Una de las protagonistas del relato: la esposa de un oftalmólogo, conserva la vista, por lo que intenta guiar a su pareja y a otros ciegos para intentar subsistir con recursos limitados.
Otro de los grandes atributos del montaje mexicano co-dirigido por Mauricio García Lozano y Walter Meierjohann es el Diseño Sonoro de Ben y Max Ringham, quienes emplean un sistema binaural que hace que parezca que Marina va cambiando de posición dentro del teatro: lejos, cerca, hasta llegar a momentos en que pareciera se encuentra justo detrás de nuestro oído.
Como estímulos visuales, la iluminación de Víctor Zapatero -basado en la propuesta de Jessica Hung Han Yun- incluye luces que cuelgan en el techo y que se van iluminando con azules eléctricos, rojos y amarillos provocando efectos diversos.
La obra que además acaba de estrenar en el Daryl Roth Theatre de Nueva York resulta una experiencia diferente y socialmente distanciada. Mientras se narra, resulta además imposible no pensar en los paralelismos entre una pandemia real y otra ficticia.
Gracias a una propuesta tan diferente como los tiempos que enfrentamos, Blindness, y sobre todo, regresar al teatro, se siente como un rayo de esperanza en medio de toda la obscuridad que hemos vivido en el último año; un recordatorio de que no será fácil, ni rápido, pero eventualmente, volverá a haber luz…
Los horarios son Jueves 18:00 y 20:00 horas, viernes 18:00 y 20:00 horas; sábado 13:00, 16:00, 18:00 y 20:00 horas; domingo 13:00, 16:00, 18:00 y 19:45 horas, puedes comprar los boletos aquí.