Algunas obras son meritorias por el tema, o por el texto, pero trabajos como Bozal valen la pena por ser ejercicios arriesgados que nos obligan a cambiar de perspectiva, a salir de la zona de confort.
En la obra concebida y dirigida por Richard Viqueira, en vez de estar sentado frente a un escenario, el público tiene la opción de subir a un mecanismo de vuelo de alrededor de 7 metros de altura para apreciarla desde las alturas. También se puede disfrutar desde el suelo, en cómodas colchonetas.
“Desde la altitud todo se vuelve trascendente ya que la vida se calibra de otro modo”, advierte Viqueira en el programa de mano.
La historia tiene lugar dentro de una nave espacial que se encuentra en una misión rumbo a la Luna; ahí, dos astronautas: Piloto (Omar Adair) y Comandante (David Blanco), empiezan a temer al otro; se confrontan continuamente pues el primero, al encontrarse desnudo, siente que su compañero quiere abusar de él. En realidad, cada uno está creando en la mente su propia historia…
En su tren de pensamiento, y sin buscar hacer daño de su compañero, el Comandante reflexiona sobre el hijo enfermo que dejó en la Tierra. Este elemento dramático, uno de los más interesantes de la obra, resulta breve y quizá podría explotarse más.
También, en el montaje que se presenta actualmente en el Cenart (una reposición luego de una temporada en el Teatro Julio Castillo), se añade una viñeta sobre un hombre que perdió a su padre por Coronavirus; es una escena corta, pero realmente meritoria. Es interpretada por Ángel Luna, quien a su vez da vida al Controlador, astronauta espejo y explorado.
A lo largo del montaje, Viqueira -director también conocido como ‘el kamikaze del teatro’ pues piensa en el escenario como un campo de batalla- busca expandir el espacio; que el público quede en medio del universo y desde su columpio o canastilla observe esta historia y a los personajes. Estar arriba no solo obliga a ver las cosas de otra manera, también, nos hace sentirnos vulnerables y dependientes de otros, en este caso, de los técnicos que trabajan para que cada función pueda completarse.
Previo a su primera temporada, este trabajo requirió la labor de ingenieros, escenógrafos, constructores, gente de protección civil y toda una planta técnica; múltiples cálculos y ensayos, era la única forma de lograr esta experiencia teatral y mecánica. El diseño de escenografía y vestuario es de Mario Marín del Río y el diseño de vuelo de Iván Cervantes.
En cine es común ver trabajos de ciencia ficción, no así en el teatro, donde Bozal sobresale por aventurado y diferente, por provocar cuestionamientos diversos como cuál es nuestro lugar en el mundo o esa necesidad por encontrar un espacio en este planeta. Durante el vuelo, el público es obligado a cambiar de altura en distintas ocasiones, y con ello, obtiene diferentes perspectivas de una misma obra; esto es un gran ejercicio teatral, pero también, para nuestro día a día…
Toma en cuenta:
El número de personas que se elevan es limitado, por ello, para vivir esta experiencia deberás seguir estas recomendaciones:
*Llegar al Cenart a las 16:30, ya que a las 17:00 horas comienza la experiencia de vuelo.
*Vestir ropa cómoda, evitar tacones y bolsos grandes.
*Abstente si tienes problemas de mareo, nervios o miedo a las alturas, así como cualquier condición médica incompatible con la elevación.
La experiencia incluye un detallado protocolo de seguridad. A tu llegada al Teatro de las Artes el personal te guiará para cumplir estos pasos:
- Inscripción en la lista de vuelo
- Revisión y firma de la carta de responsabilidad
- Aplicación de vapor desinfectante
- Colocación del arnés de seguridad
- Información de tu peso y colocación del casco de seguridad
- Asignación de un número de asiento para volar
BOZAL, Centro Nacional de las Artes (Cenart), Teatro de las Artes, Río Churubusco 79, Country Club. Miércoles a domingo, 18:00 horas. Loc. $120. Jueves $30. Para público mayor de 18 años. Hasta el 20 de junio.
