¿Desprecio o grosería de los ascensores…? De entrada el título es ambiguo, desde el inicio tienes que descifrar o tratar de interpretar qué quiere decir con el nombre que le otorga a su texto. O dejar que tu intuición te lleve a una conclusión personal y propia de la obra. Los intrincados caminos de su dramaturgia no son lineales. Si esperas comprender todo lo que sus obras dicen, estás en problemas. El autor es Alberto Villarreal.
Un grupo de insomnes vecinos de un edificio se reúnen para discutir su vacua subsistencia mientras el inmueble se incendia. El debate los lleva a concluir que todo inició cuando un pez estúpido decidió que el aire se podía respirar, salió del mar y llegó a la tierra. Inmersos en un cubo -donde entran y salen-, los personajes cuentan historias personales, el eje narrativo es la soledad y su miseria existencial.
En las obras de Villarreal todo cabe y es posible. Ver teatro de este autor es sumergirse a un universo donde lo inviable y lo inadmisible se abrazan en un mismo espectáculo. El reto en Desaire de los elevadores es que tanto director y elenco estén en la misma frecuencia con la dramaturgia. El primero que debe conectar con el autor es el director, y así poder transmitir a su elenco el poder del texto. Y sí, la complicidad se refleja sobre el escenario.
La dirección de escena es de Gerardo Daniel Martínez, su trabajo es acorde al texto; autor y director están en el mismo tenor. Villarreal encuentra resonancia de su obra en la labor de Martínez. La ambigüedad se traduce en una puesta en escena donde el humor negro, la comedia y el absurdo se desbordan. Las escenas están bien significadas, echa mano de elementos que les dan sentido. Martínez logra un buen resultado.
Las actuaciones son de Héctor Sandoval, Mariana Morado, Kaleb Oseguera, Pablo Iván Viveros, Constanza Villanueva, Gerardo Gallardo, Xoch Frnaco y Lorea Montemayor. La puesta en escena demanda talento y rigor, este grupo de jóvenes lo tienen; su trabajo compromete su vocación y dedicación por el arte teatral. Encarnar personajes creados por Alberto Villarreal, no es fácil.
Desaire de los elevadores es teatro vanguardista, posdramático o sui géneris; la ortodoxia no cabe en este discurso escénico. Un edificio arde con sus ocupantes dentro, debaten y humedecen sus cuerpos para no sucumbir al fuego; la reflexión es culpar de todo a un pez que salió del mar a respirar oxígeno. Quizá ahora los humanos debemos regresar al mar para redimirnos.
Diseño de escenografía e iluminación, Jesús Giles; vestuario, Lisset Barrios; música, Alonso Burgos; títere, Miranda López Aguayo. La compañía Teatro Chingué la presenta en el teatro El Galeón Xavier Rojas. Las funciones son de jueves a domingo en horarios habituales del 24 de junio al 1 de agosto.
Les pido amablemente escriban mi nombre bien y sean más minuciosos al leer los créditos
«Alonso»…no se dónde dice «Alfonso»
Le pedimos una disculpa, ya lo corregimos