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Perderlo Todo, Menos la Soledad, el poder de conectar

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En la estación del metro Zócalo, Macarena, joven de 17 años, experimenta un dolor inusual; entonces se da cuenta de que se ha disociado de su cuerpo y empieza a hablar con ella misma, hasta que aparece un extraño: Florentino, que intenta ayudarla.

Así inicia Perderlo Todo, Menos la Soledad, texto de Valeria Fabbri que reestrenó recientemente en el Teatro Sergio Magaña y cuyo estilo por momentos recuerda la dramaturgia del gran Alejandro Ricaño.

La puesta, dirigida por Cecilia Ramírez Romo y que tiene un interesante tratamiento de realismo mágico, se enfoca así en Macarena (interpretada simultáneamente por la dramaturga: Valeria Fabbri y Meraqui Pradis) y Florentino (Alberto Lomnitz); quienes juntos emprenden un viaje -literal y metafórico-, para ir al mar.

Como parte de la propuesta escenográfica de Fernanda García y Sergio López Vigueras hay una gran estructura que se asemeja al esqueleto de un cetáceo. En la obra se habla sobre el descubrimiento de una ballena que llamó la atención del mundo debido a que emitía su canto en una frecuencia distinta a la del resto, de modo que, al no poder comunicarse con ninguna otra, estaba condenada a vivir en soledad. El oceanógrafo Bill Watkins la nombró “ballena 52” y en el montaje se le hace referencia como ‘la ballena más triste del mundo’.

A la vez, ese esqueleto remonta a las varillas y tubería de la estación de metro donde se conocen los personajes, y, al mismo tiempo, es una marca simbólica de la compañía productora: Cétaceo Teatro.

La obra va transcurriendo entre las conversaciones que Macarena tiene con ella misma y los intercambios que tiene con Florentino; parecería que se conocen hace años, aunque en realidad lleven solo minutos. Ellos no se ven uno al otro, se mantienen en contacto por teléfonos que no necesitan cables o solo hablándose a distancia, pero la honestidad y emotividad con la que platican los van volviendo realmente entrañables.

Al final, un ensamble se suma para escenificar lo caótico que puede ser una estación de metro y esclarecer lo que realmente pasó con ambos personajes. Sin duda queda un sabor agridulce, pues se lanza una crítica a la violencia que se vive en nuestro país.

La “ballena 52”, que simboliza la soledad, ha sido fuente de inspiración de canciones, libros, documentales, y ahora, teatro. Contrario a su título, Perderlo Todo, Menos la Soledad es una oda a lo poderosa que puede ser esa conexión con un extraño, y cómo la soledad, que parecería aislarnos, también tiene la capacidad de unirnos.

A veces para encontrarnos, hay que perdernos…

 

*La obra terminó su temporada, pero se está planeando una gira y quizá otra reposición.

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