El que habita, el cual tiene un defecto de nacimiento, un ojo con movimiento incontrolable e involuntario, además de “una catarata ahogándome la vista”. Su escasa visión y el acoso escolar la llevaron a refugiarse en los libros y empezar a escribir. “Mi apodo cucaracha”. Son los inicios de los años 70s sus padres se separan, su mamá cae en depresión, se va a vivir a Francia, ella y su hermano irán a vivir con su abuela, “una anciana conservadora…”
Por las noches se paraba frente a la ventana para ver a Jimena, una chica con la cual se miraba desde la ventana de enfrente. Una noche vio a Jimena prenderse fuego, gritó a su abuela, pidió ayuda, no pudo hacer nada. “Se liberó de su cuerpo”. Tiempo después su madre los llevó a vivir a Francia, “los niños franceses muy refinados”. Los cambios en su cuerpo la golpeaban física y emocionalmente. “Hazte bolita cucaracha”, pensaba.
Inspirada en su infancia Guadalupe Nettel escribe El cuerpo en que nací, un biodrama que evoca su niñez y el acoso escolar por ser una niña con un defecto físico. “En los años 70s década en que nací o eras normal o eras anormal…”. Su refugio fue la escritura. Nettel ganó en 2013 el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero (concurso bienal literario español) y en 2014 el Premio Herralde (concedido por la Editorial Anagrama a una novela inédita en español).
La obra es una adaptación libre de Bárbara Perrín; Benjamín Cann dirige la puesta en escena. El director apuesta por darle dos voces y dos rostros al mismo personaje. María Perroni Garza representa Guadalupe adolescente; Paulina Treviño / Tamara Vallarta se desdoblan con más personajes: su madre, el hermano y la abuela. Cann trabaja acertadamente el desempeño de la protagonista sin perder de vista a Treviño / Vallarta.
María Perroni representa genialmente su personaje, la actuación lo trae en las venas; domina el escenario, matiza, maneja el ritmo y tono. La función que me tocó presenciar fue con Paulina Treviño, su acompañamiento es el de una actriz con talento y la madurez que adquirió sobre las tablas. Las dos se paran en el escenario para ofrecer al espectador un trabajo bien logrado.
En breve entrevista con Paulina Treviño, esto nos comentó.
RS.- ¿Dejaste ya la Compañía Nacional de Teatro?
PT.- Así es, se acabó mi contrato en 2020.
RS.- ¿Qué se quedó en ti, que se aprendió en tu paso por la CNT?
PT.- “Que te puedo decir, fue una vida, fueron ocho años, justo ahora me doy cuenta. Resumirlo es complicado, te puedo decir que desde lo técnico tuve la oportunidad de convivir con todos esos directores, pero sobre todo con el elenco, observar cómo trabajan me dejo una marca y una manera de hacer las cosas; una huella indeleble y también fue aprender cómo enfrentarme al trabajo, al estrés, por ejemplo esta obra tiene muchísimo texto, todo lo aprendimos y montamos en un mes; así que no es la primera vez que tengo que trabajar bajo estrés, esto me ayudó, me enseñó muchísimo. En todo este tiempo en la CNT me pasaron muchas cosas, me caí en el escenario, me rompí un pie; trabajé con máscara, hice realismo. Trabajar con tanta diversidad de directores fue un regalo ¿cómo te explico? Fue un gran regalo invaluable. Otro momento importante fue trabajar con Luis de Tavira en su tiempo como director y después vivir el cambio con la llegada de Enrique Singer. De verdad fue un gran aprendizaje, asimilé mucho de ellos, mi agradecimiento a Luis de Tavira y Enrique Singer”.
RS.- Te conozco de hace tiempo, te vi llegar a la Compañía Nacional de Teatro (recuerdo el júbilo con el que me compartiste la noticia que te quedabas en la CNT), te vi crecer como actriz. Hoy con este proyecto retomas tu actividad teatral. ¿Por qué aceptaste estar en esta obra, qué te dice este personaje?
PT.- “Había leído una novela de Guadalupe Nettel, “La hija única”, pocos meses atrás de que me llamaran para hacer ésta obra; además quien dirige es Benjamín Cann a quien admiro y estimo mucho, ya había trabado con él en la obra “Instrucciones para ir al cielo”, ahí lo conocí, después hice una serie que aún no sale, saldrá pronto; también un proyecto de efiteatro que no salió, y ahora esto. Se juntó todo, están también Tamara Vallarta -a quien estimo mucho-, María Perroni y mis ganas de hacer teatro. Creo que todo lo que se me ha presentado, es por algo o para algo, me gusta pensar que todo es así, porque así lo siento, lo vivo; de pronto me pasa, me llega un proyecto, lo leo y cómo no aceptar”. Comentó.
El atrezo es una gran cantidad de zapatos de mujer regados por todo el escenario, están una enorme silla, otra normal y dos lámparas. Las zapatillas simbolizan el universo femenino, donde el zapato izquierdo debe encontrar el derecho. La silla gigante representa un lugar que ella nunca pudo llenar. El cuerpo en que nací es una hermosa obra de teatro, la narración nos sumerge en el tiempo con una niña entrañable que cuenta su vida a partir del cuerpo.
Puesta en escena: diseños de iluminación y escenografía, Matías Gorlero; vestuario, Estela Fagoaga; música original, Federico Schmucler y Julio Cann. Producción, Claudio Sodi y Mariana Calderon. Funciones en el Foro Shakespeare de viernes a domingo hasta el 26 de marzo.