En tiempos de desconexión como los que vivimos por la pandemia, una obra sobre el significativo poder de la empatía, más que pertinente, resulta un verdadero bálsamo para el alma…
Porque Internet puede ser un lugar inhóspito en donde se dé ciberacoso y bullying, gente que se esconda detrás de una identidad falsa para insultar o molestar a alguien; pero a la par, el anonimato permite que una persona que enfrenta un problema y que no había tenido la valentía de hablar de ello, lo haga con un extraño.
Justamente de eso se trata Pequeñas Grandes Cosas, obra originalmente titulada Tiny Beautiful Things que recopila la serie de cartas que Cheryl Strayed intercambió con sus lectores cuando de manera anónima estuvo a cargo de la columna: ‘Dear Sugar’ (del blog The Rumpus) y que la actriz Nia Vardalos adaptó y protagonizó en teatro. En México, la adaptación y dirección es de Paula Zelaya, responsable de El Hilador y actualmente de 245 actos de maldad extraordinaria.
Desde el principio el personaje principal nos da pistas de su manera de ser: ella recibe la propuesta para hacerse cargo de una columna de consejos de manera anónima y sin paga. Obviamente tiene ocupaciones, dos hijos, y deudas hasta el cuello; con todo en contra, acepta.
‘Sugar’ -personaje que crea Cheryl- puede ser la mujer más linda y quien diga las cosas más dulces; pero a la vez, alguien que -contrario a su nombre- remarque las verdades más difíciles, pero las que más necesitábamos escuchar.
Conforme se da el intercambio de cartas entre Sugar y sus lectores conocemos historias verdaderamente íntimas y humanas: un hombre al que le cuesta decir ‘Te Amo’, alguien que se siente atrapado en su matrimonio o lo difícil que es ser rechazado por tus padres. Cada una de estas historias impacta de diferentes maneras; y unas más que otras, por ejemplo, cuando un hombre que se reconoce no hábil para escribir expresa su dolor por medio de una lista. Su confesión, y la posterior respuesta de su interlocutora, conforman de los momentos más conmovedores de la obra.
Para ayudar a quien le escribe Sugar suele compartir algo sobre su propia vida, cómo la marcaron experiencias fuertes como el abuso o la pérdida de su madre. Así, a partir de la vulnerabilidad, transmite verdad. Sus palabras van dándoles a los lectores herramientas para navegar a través del amor, el dolor, la pérdida y el perdón; porque a todos nos esperan tristezas inexplicables, pero dentro de las peores tragedias, hay que encontrar significado.
Mariana Garza da vida a Sugar, y con cada carta va mostrando interés genuino y entendimiento; muestra cómo le llega cierta historia, y con gestos sutiles, hace evidente su deseo de ayudar al otro. Sus respuestas no son apresuradas, se toma el tiempo de entender lo que le escriben, y, sobre todo, de pensar en las respuestas.
El resto del ensamble: Marcos Radosh, Amanda Farah, Alejandro Morales y Daniel Breton van dando vida a hombres, mujeres, jóvenes o adultos con problemáticas diversas, y gracias a su autenticidad, y versatilidad para dar vida a distintos personajes, conectan verdaderamente con la audiencia.
Esta obra es el resultado de una serie de intercambios íntimos entre extraños. Y si bien la columnista y sus lectores no interactúan físicamente, Sugar percibe la presencia y necesidad del otro, respondiéndole con atención, honestidad, y sobre todo, empatía.
Cuando pasamos por una situación difícil las películas o las obras tienen el poder de resultar catárticas; de hacernos ver algo sobre nuestra propia vida. Ese es justo el mayor mérito de Pequeñas Grandes Cosas, que Sugar y quienes le escriben no solo resignifican el poder de la empatía, sino que nos recuerdan que, sin importar lo mal que parezca estar nuestra vida, eventualmente estaremos mejor. Y eso, en tiempos normales -o de pandemia-, es un verdadero regalo de vida.
Pequeñas Grandes Cosas. Teatro Milán, Lucerna 64, Juárez. Viernes, 18:00 y 20:00; Sábado y Domingo, 17:00 y 19:00 horas. Loc. $700. A partir de 15 años