En la mitología griega Deméter es diosa griega de la agricultura, venerada por ser portadora de las estaciones. Junto con su hija Perséfone son los personajes centrales de los misterios eleusinos (ritos de iniciación anuales al culto a ambas diosas). Segú el mito, Perséfone se convirtió en diosa del inframundo cuando Hades (dios del infierno) la secuestró y llevó con él. La vida se paralizaba cuando la deprimida Deméter buscaba a su hija perdida.
La creadora escénica Rocío Carrillo escribe y dirige este performance a partir de éste personaje mítico. La dramaturgia de Carrillo se caracteriza por ser visual y sonora. En esta obra abraza la mitología griega con la realidad que vive México, donde miles de mujeres desaparecen o son secuestradas. En este contexto se trata de una puesta en escena cuya pertinencia es contundente, atraviesa a quienes han perdido a una hija, hermana, pareja, etc., en manos del crimen organizado.
El espectáculo se articula con sonidos, iluminación, vestuario, coreografías y diálogos con un grupo de artistas interdisciplinarios. Se trata de una obra donde lo estético y visual abordan un tema doloroso y escabroso. El uso de máscaras es otro elemento importante que se adhiere al discurso escénico. La máscara le quita identidad al actor, a cambio le aporta misticismo y misterio, precisos en esta puesta en escena.
El elenco lo conforma: Jonathan Ramos, Ernesto Leucona, Alejandro Joan Camarena, Mercedes Olea, Beatriz Cabrera Tavares, Stefanie Izquierdo y Brisei Guerrero. Sus actuaciones están niveladas, cada personaje es bien simbolizado; a través del lenguaje corporal y actoral representan personajes que transitan entre ficción y realidad, entre dolor y desesperación.
Las diosas subterráneas es teatro que espejea una realidad que duele y atraviesa, el tema puede ser repetitivo, pero necesario. La depresión que Deméter siente por su hija secuestrada es la misma que miles de madres mexicanas sienten por la ausencia de las propias, analogía contundente. La diosa griega perdió a Perséfone en el inframundo; las mujeres mexicanas las buscan bajo tierra, en fosas clandestinas.
“Vivas se las llevaron, vivas las queremos…” es el grito, es la pinta en el pecho. La impotencia es el sentimiento compartido entre creadores, actores y público; impotencia de no saber su paradero, por no encontrar justicia. Frente al espectador el teatro refleja cómo el tejido social se va deshilando. Desde el escenario se muestra la inconformidad y una realidad que supera por mucho la ficción, así aunque suene trillado.
Los diseños de escenografía y vestuario son de Erika Gómez; de iluminación Rocío Carrillo; videoarte, Alain Kerriou; música original y diseño sonoro, José Luis Esquivel. Las funciones son en la Sala Xavier Villaurrutia de lunes, martes, jueves y viernes a las 20:00 horas; sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, hasta el 26 de marzo.
